sábado, 27 de abril de 2013

Compromisos que nunca se cumplen y nunca lo harán

A veces me despierto desvelado por la noche y no puedo volver a dormir. Entonces me acomodo en la cama y me dedico a pensar. A pensar en las cosas que realmente me importan, a pensar en las cosas que me pasan cada día, a pensar en las cosas que podría hacer para mejorar la situación, a pensar en compromisos que luego nunca se cumplen. Después me despierto a media mañana y me sorprende que haya conseguido dormir. No recuerdo mis sentimientos; ellos mismos aparecen después como un torbellino de frases y de pensamientos, de ideas imposibles y de compromisos incumplidos y que nunca cumpliré. porque sé que así será. Que si te comprometes tú solo a hacer algo difícil, por muy cuerda que sea la idea, no la cumplirás, porque pensarás que se te ocurrió cuando estabas medio dormido y cuando se está medio dormido todo lo que piensas hacer puede conseguirse. Pensarás que era un sueño en el que hacías todo eso. Porque la realidad es esa. Es un sueño, tu visión de la mejoría en tu forma de ser y en lo que puedes hacer para mejorar las cosas y tu situación actual y la de los demás, la de tu familia y tus amigos, la de las personas a las que realmente quieres y te importan en esta vida. No pensarás en lo que puedes hacer para mejorar la situación de tu deportista, cantante o actor favorito, porque esas personas no te importan realmente. Quizá te guste su forma de ser, su voz, su dominio del balón o su papel en cierta película, pero no va más allá de eso, no son personas a las que quieres realmente y puedes vivir perfectamente sin ellas.

Lo que puedes tener para mejorar la calidad de vida son sinceridad, solidaridad, cariño, amor y respeto. Sabes cuando le importas a alguien cuando te sonríe y notas en su gesto esos sentimientos. Y lo que realmente hay que hacer cuando alguien te sonríe de esa forma es dejar lo que estés haciendo, por muy importante que sea, y devolverle la sonrisa de la misma forma. Esos cinco sentimientos son lo único que necesitas para ser feliz, no importa si eres médico, abogado, ingeniero, profesor, ministro, árbitro, si vives en Rumanía como si vives en Canadá, tanto si eres grande como si eres pequeño, si eres alto o bajo, gordo o flaco, rico o pobre, famoso o desconocido para los demás. Lo único que te impide sentirlos es albergar los sentimientos contrarios: corrupción, hostilidad, maldad y muchos más. Porque siempre hay muchas más cosas malas que buenas. Lo único que pasa es que lo bueno es mucho más fácil de encontrar en esta vida si sabes buscarlo.